Se montaron dos corazones de rana aislados.
Uno de los corazones conservaba una inervación vagal y estaba conectado a un electroestimulador, el otro estaba denervado.
Los corazones, que latían espontáneamente, estaban dispuestos en serie e intercomunicados entre sí por un líquido nutricio que irrigaba ambas estructuras.
Este sistema de perfusión bañaba constantemente el corazón inervado (dador) y era vehiculizado por un sistema de tubuladuras hacia un segundo corazón no inervado, que se comportaba como aceptor.
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